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Autor: Maestro Andreas
domingo, 13 de enero de 2013
Capítulo XXIX
Atrás iban quedando las imponentes murallas de Avila y con ellas quedaba también la virginidad de Ramiro y su anterior vida de hidalgo; y el camino que se abría ante él no sólo le llevaría a Toledo, sino que era la senda que como esclavo comenzaba a recorrer junto al conde y los otros muchachos.
Todavía tenia el culo dolorido, no sólo por los azotes, y le molestaba el continuo golpeteo sobre el arzón de la silla.
Y sin embargo, a Ramiro le invadía una sensación de tranquilidad como nunca la sintiera en toda su vida anterior.
Era como si el conde con su polla le hubiese metido la paz en el cuerpo y ya nada le preocupaba al chaval que no fuese obedecer al señor y permanecer cerca del mancebo, al que deseaba con total ceguera.
Guzmán miró hacia él y retraso el paso de Siroco para que el chico lo alcanzase; y al estar a su altura le miró a los ojos, compitiendo los suyos en brillo y negrura, y después de sonreírle le dijo: "Ahora notarás molestias y hasta te dará la impresión que nunca se te cerrará el culo de nuevo. Pero esa sensación rara que te queda al follarte las primera veces, se va superando a base de polla y antes de lo que imaginas estarás deseando que te la metan a todas horas.
No sé lo que habrás sentido y si te agrado ese sensación de estar lleno y poseído por otro hombre más fuerte que tú, pero por la corrida que soltaste en la cama, se diría que gozaste como un cabrón. Te gustó sentir como entraba su leche y te preñaba?”
Ramiro, con un gesto propio de un chaval al que todavía le da cierta vergüenza admitir ciertas cosas relativas a sus sensaciones más íntimas, respondió: “Es algo extraño, pero me provocó un orgasmo enorme. Me estaba conteniendo para no correrme, pero al notar como entraba su leche por mi culo no pude aguantar más y la solté de golpe. Y me entraron escalofríos por todo el cuerpo cuando se vaciaban mis cojones sobre la sábana”.
El mancebo no reprimió la risa y añadió: “Para mi es lo mejor y lo más morboso que hay. Si un día me acuesto sin esa sensación me cuesta conciliar el sueño. Ramiro, no sólo eres guapo y fuerte, sino que tienes ese atractivo natural de un joven macho que no le da importancia a sus virtudes masculinas, que son muchas y notables. Me gustas como persona y sobre todo como amigo y espero que al lado del amo seas tan feliz como yo”.
Ramiro dejó traslucir una mirada muy elocuente de lo que pensaba y ansiaba en ese momento y contestó: “Ojalá que algún día deje que nos apareemos. Ya sé que solamente se lo permite a Sergo, pero haré lo que sea por lograr que también me otorgue ese privilegio”.
Guzmán acercó más el caballo al de Ramiro y dijo: “Estoy convencido que el amo te lo concederá a ti también y querrá ver como me montas. Eres un buen macho y ese vello que tapiza tus miembros y te adorna el pecho, provoca una morbosa querencia hacia ti, al igual que ocurre con el amo y con ese joven rubicundo que todavía no te cae muy bien, pero que terminaréis siendo amigos”.
Ramiro quiso explicarse respecto a sus sentimientos hacia Sergo y dijo: “Envidio como le miras y saber que lo prefieres a él. Y no soporto que te monte y te llene con su leche igual que el señor. El conde es el amo y sé que tiene derecho sobre todos nosotros para hacer lo que le plazca. Pero sufro al ver como la polla de Sergo entra en ti y tú disfrutas con ella”.
“También se la mete a Iñigo”, alegó Guzmán.
Pero Ramiro objetó: “Es diferente. Iñigo nació para ser follado por otro macho y no es el favorito del amo, como lo eres tú. Al amo no le importa lo mismo que otro monte a ese chaval. Pero contigo es otra cuestión. Sólo te folla él y Sergo; y no entiendo por qué lo distingue de ese modo”.
“Porque me quiere y le quiero. Y yo también me lo follo a él. Y si me quieres a mí, no sólo has de amar al amo, sino también a Sergo y a Iñigo. Todos somos uno para el amo y tú ya eres parte de su familia. Y puede que también quiera que yo te de por el culo a ti, como le doy a Sergo".
“Para ti siempre estaré abierto de patas si ese es tu deseo”, afirmó Ramiro.
“Mi deseo no. Será si el amo lo manda y se le antoja ver como te lleno las tripas”, puntualizó Guzmán.
Y en estas conversaciones andaban los dos muchachos cuando oyeron la voz del conde reclamando al mancebo a su lado.
Guzmán espoleó al caballo y en un santiamén alcanzó a su señor, poniendo a Siroco a la par con Brisa. y Nuño le preguntó: “Le duele el culo a ese otro?”
“Solamente son las típicas molestias de las primeras veces, amo”, aclaró el mancebo.
“Y a ti?”, preguntó el amo.
“A mí no, amo. Yo ya estoy acostumbrado a eso. Y aunque me hayas follado otras dos veces durante la noche, mi culo está echo a tu verga, amo. Pero cuando un ano se estrena con un carajo como el tuyo es lógico que quede hecho trizas y cueste un poco acostumbrarse a un calibre semejante, mi señor”.
“Te dolió mucho la zurra?”, quiso saber Nuño.
“Sí, amo... Me atizaste muy fuerte y a Ramiro también... Con Sergo tuviste más consideración... Cada día te gusta más ese rapaz, verdad, amo?”
"Me gusta, es verdad. Pero el culo de Ramiro me dejó muy buena impresión y voy a catarlo otra vez en cuanto paremos a mear...Durante estos días voy a dedicarle una especial atención a ese chico... Necesita que le rompa el culo un par de veces al día por lo menos. Y dejaré que lo folle Sergo para terminar de humillar lo que pueda quedarle de ese estúpido honor que le han inculcado desde niño por ser noble. Y cuando vea que ya es una puta zorra sin prejuicios de ningún tipo y que el olor de otro macho le haga buscarlo y poner el culo para que lo monte, entonces será el momento de que te folle a ti y te preñe con esa gruesa leche que escupe su polla al correrse. Ese será el momento en que volverá a ser un macho follador y lo tendré en consideración como tal. Y hasta entonces sólo pondrá el culo y a Rui tendrá que follarlo otro. En Toledo me desharé de ese zorra. Ya tengo bastante con vosotros cuatro para dar caña y reventaros el culo. Y estoy seguro que algún fraile o canónigo querrá hacerse cargo de ese chaval. Su culo merece un buen macho, desde luego y nunca falta un buen rabo para una zorra bien dispuesta”.
“Amo, vas a hacer eso porque no me cae bien ese chico?” preguntó Guzmán.
“Lo hago porque me da la gana y me sale de los cojones”, aseveró el conde. Pero, en el fondo, se desprendería de Rui porque no le gustaba a su amado, aunque jamás lo reconociese ante nadie.
Y nada más detenerse la comitiva para reponer fuerzas y dejar salir del cuerpo cuanto les sobrase, el conde le ordenó a Ramiro que lo siguiese y estando solos, se la metió por el culo entre unos árboles.
El chico se abrazó a un tronco y el amo le mandó abrir las piernas y sacar el culo hacia afuera, y allí mismo se la clavó tan sólo con un poco de saliva en el ano.
Ramiro se quejó al metérsela, pero el conde le tapó la boca con una mano y apretó más fuerte hacia dentro hasta encajársela entera dentro del recto.
Y en cuanto empezó a moverla, al chico se le olvidó el dolor inicial y se abrió más de patas para que el amo lo penetrase a tope.
Y se corrió antes que el conde y éste siguió dándole por el culo y azotándoselo por no haber contenido la leche en las bolas hasta que él se corriese también.
De todos modos, a Nuño le encantó notar como el chico apretaba el esfínter mientras eyaculaba y la presión que ejercía en su verga al continuar follándolo después de la corrida.
Al resto de los muchachos le bastó ver la cara de Ramiro para adivinar como llevaba el culo y por qué sus calzas estaban húmedas por detrás.
Y al montar de nuevo a caballo, Sergo se le acercó y le dijo entre dientes: “Antes que toques con tu pija el agujero de Guzmán, yo te daré por el culo a ti y serás mi puta. Y te voy a preñar hasta el corazón. Yo no soy noble, pero sí lo suficientemente macho como para joderte ese culo que tanto le excita al amo. Y nunca te olvides que en el aprecio de Guzmán antes que tú estoy yo. Por él soy esclavo y para tenerlo pongo el culo y me someto para que el señor haga conmigo lo que quiera. Así que nadie me quitará el amor de ese precioso chaval que es mi vida. Y si es necesario que luche contigo, lo haré”.
Ramiro escuchó sin inmutarse las palabras de Sergo y solamente contestó: “No quiero ser tu enemigo ni quitarte nada”.
“Será mejor que ni lo intentes”, le amenazó Sergo.
Y Ramiro, ya molesto por la aptitud del otro chaval, añadió: “Habrá que ver quien le jode el culo a quien. Porque si el amo me ordena que te ponga el culo como una breva y te preñe, lo haré y hasta procuraré darte placer como si fueses una vulgar ramera necesitada de hombre. No cabe duda que también eres fuerte y muy macho; y aunque tienes una verga muy apetecible para sentirla dentro de las entrañas, puede que antes notes la mía soltando leche dentro de tu barriga. Será por ese cipote por lo que el amo te deja que montes a Guzmán. Y lo peor es que él te quiere y le gusta que lo folles; y eso es suficiente para que me irrites. Y a pesar que me ha pedido que te aprecie, me cuesta admitir a un puto gañán entre mis seres queridos. Pero por agradar a Guzmán hasta puedo llegar a considerarte como persona”.
Sergo estaba feliz porque había logrado sacar de sus casillas a ese intruso, pero disimuló su satisfacción diciéndole cínicamente: “Comprendo tu situación y debe doler y costar mucho convertirte en esclavo de un día a otro y pasar de ser un aristócrata consentido y caprichoso a una vulgar zorra para darle placer a tu amo o a quien él diga. Por eso, sin perjuicio del esfuerzo que deba hacer para darte por culo, será mejor que seamos amigos y no busquemos la ira del amo y que su cólera caiga sobre nosotros y sobre Guzmán también”.
Sergo se fue quedando más atrás, rumiando su triunfo dialéctico sobre Ramiro, y al volver de sus gratos pensamientos, apretó los ijares al caballo con los talones para ponerse a la altura de Guzmán, que ya iba de palique al lado de Ramiro. y se gritó a sí mismo:
“Esta visto que este puto de mierda no aprende. Y vuelta a cortejar a Guzmán! Hostias!. Si no estuviese el amo tan cerca le rompería las muelas a ese petimetre de bucles negros”.
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