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Autor: Maestro Andreas

lunes, 10 de junio de 2013

Capítulo LXVI


 La claridad del día pegó en los ojos de Guzmán obligándole a levantar los párpados, pestañeando, y no sin una desganada pereza.
Se dio cuenta que no estaba en el aposento del amo y sus manos no lo agarraban por detrás para darle su primer saludo de buenos días penetrándolo por el culo y descargando en su vientre una buena dosis de leche elaborada durante la noche en los grandes cojones de su señor.
Oyó la voz de Hassan, que le preguntaba amablemente si había descansado bien, y el eunuco, al ver la nostalgia reflejada en la mirada del joven, le preguntó además: “Yusuf, qué te pasa? Tu tristeza se debe sólo a no haber pasado la noche con el amo o tiene algo que ver con ella el nuevo esclavo del conde?”

 Guzmán miró con ternura al castrado y no ocultó los verdaderos sentimientos que le afligían esa mañana.
Daría lo que fuese por saber lo que ocurriera en el lecho de su amo durante esa noche, pero no podía preguntárselo a él ni tampoco al nuevo esclavo.
Podía recurrir a sus otros compañeros, que sin duda le dirían algo al respecto, pero quizás fuese más fiable la información por boca de Iñigo que de los otros dos, ya que seguramente el nuevo también les hubiese servido de juguete a ellos.

Y el eunuco, adivinando lo que pasaba por la cabeza de su príncipe, le dijo: “Yusuf, no debes temer nada de ese joven ni de cualquier otro que esté cerca del amo. Todos son muy bellos, es cierto, pero tú lo eres más, ya que al físico unes algo diferente que está dentro de ti y eso es lo que ha enamorado perdidamente a tu amante y señor. Y en eso nadie puede competir contigo, mi hermoso príncipe. Y pronto sabré lo que le haya ocurrido esta noche en la cama del amo a ese nuevo mozo, tan precioso, que ahora es su nuevo esclavo sexual. En cuanto despierten nos llamarán a Abdul y a mí para atender y ayudar a ese joven con el aseo y veré como le ha quedado el culo y como ha sido perforado su agujero anal. Puedo adivinar incluso las veces que se la haya metido y la intensidad de las embestidas que recibió por detrás contra sus nalgas o de frente abriéndolo bien de piernas. Es posible que a estas horas de su virgo no quede ni el recuerdo, pero, si es así, desde luego se lo hicieron con bastante delicadeza, puesto que no escuché el más mínimo lamento ni quejido en todo el tiempo que debió durar el coito, por más que me esforcé en oírlo. Por tanto, mi amado Príncipe, es mejor que no elucubres ni te hagas cábalas de algo que por el momento sólo son suposiciones y miedos creo que infundados en tu cabeza. Deja que te lave y te acicale para presentarte ante el amo y verás como al verte te abraza y desea poseerte como suele hacer casi a diario nada más despertarse. Por si acaso te voy a preparar bien el culo y dejártelo más limpio que un jaspe”

Y el mancebo se abrazó al esclavo y le contestó: “Quisiera que esta vez acertaras plenamente en tus presagios, querido Hassan. Pero en ese chico hay algo que me turba y sin parecerse realmente a mí, sin embargo, me recuerda a mí mismo cuando mi amo me cazó en sus bosques. No es un furtivo, pero su alma parece la de un cervatillo que busca desesperadamente un refugio y un asidero al que agarrarse para sobrevivir sin ser arrastrado por la tumultuosa corriente de la vida. Por un lado eso hace que me enternezca al verlo y tienda a comprenderlo y a estimarlo, pero de repente veo en sus ojos un fantasma que me advierte de un peligro que no soy capaz de calcular ni de entender cual es su naturaleza y origen. Es complicado de explicar y no puedo remediar que mi mirada se endurezca al ver la de ese muchacho, sobre todo al mirar a mi amo. Se le nota el deseo en los ojos de una forma descarada e impúdica y eso me revuelve contra él”.

"Mi príncipe, es más joven que tú aún y necesita desesperadamente sentir el gozo del amor. No se lo reproches y sería mejor que procurases su afecto y le ayudases a servir al amo como desea, pues nadie mejor que tú conoce los gustos y debilidades sexuales de nuestro señor. Piensa, Yusuf, que seguramente ese mozo estará deseoso de ser tu amigo, o incluso llegue a prendarse de ti tanto como lo están Sergo y Ramiro. Tienes un don especial para atraer a los machos, sin duda, pero también conquistas el corazón de los que no somos hombres enteros y, por supuesto, de aquellos que siéndolo prefieren servir de hembras y darle placer a otro hombre, como es el caso del bellísimo Iñigo o tú mismo".

Así se explicaba el eunuco al acabar de asear a su príncipe, cuando entró en el cuarto el conde semidesnudo y sin decir una palabra agarró al mancebo por la cintura y le besó la boca como si hubiesen estado sin verse todo un año.
Guzmán, quedó anonadado por la demostración de pasión de su dueño sin que terciase al menos un saludo o alguna palabra antes de abrazarlo y comerle literalmente la boca, pero no terminaba ahí la sorpresa esa mañana, que ya despuntaba luminosa y con una temperatura tan agradable que invitaba a disfrutar del aire libre y pasear por los jardines del palacio antes de cabalgar un buen rato por los alrededores de la finca, por el sólo gusto de sentir el aire puro golpeando el rostro.

El conde, sin miramiento ni preámbulo previo le dio la vuelta a su amado y cogiéndolo bien fuerte por detrás se la clavó en el ano, follándolo como si realmente lo violara por la fuerza.
Le dejó el agujero del culo enrojecido como un tomate maduro y caliente como una brasa incandescente, pero el mancebo se corrió de gusto a medio polvo y cuando el amo le colmó el vientre de leche ya estaba empalmado como un burro otra vez y eyaculó al notar el flujo de semen en su interior.
Y, sin más, al acabar el conde de gozar a su amado, le sacó la verga del culo y se fue, dejándolo más confundido que una mula en una cacharrería.
Eso sí que no se lo esperaba el mancebo.
Podía pensar que el amo le regañase todavía más por su aptitud con el nuevo esclavo, o que le zurrase con un látigo o volviese a castigarlo privándole de su compañía, pero un polvo salvaje y sin pronunciar nada más que bestiales jadeos de ansia y pasión desorbitada por la lujuria, no lo hubiera imaginado nunca.

Pero seguramente el amo tenia sus razones para tal comportamiento con su esclavo predilecto y eso no era cuestión de intentar averiguarlo al menos por el momento.
Guzmán había quedado agotado por la tremenda follada, pero sin duda contento y repleto de semen y satisfacción al haber aligerado sus cojones que habían almacenado leche durante toda la noche imaginando lo que estaría sucediendo en el lecho del conde.

Hassan sonrió al ver la cara de circunstancias que le quedara al mancebo al irse el amo y disimuló diciéndole a Abdul que tenían que volver a limpiar a su joven príncipe para dejarlo presentable y adecentarlo antes que su amo reclamase sus servicios de nuevo.
Y al estar en ese fregado, entraron por la puerta los otros tres esclavos compañeros de Guzmán, que venían a ver como estaba y a indagar si el amo le había azotado esa mañana cuando les dijo que iba a ajustarle las cuentas al otro puto perro que no hacia más que salirse de madre últimamente.

Mas la cara de éxtasis del mancebo les aclaró sin palabras que su culo no recibiera precisamente azotes, o al menos solo eso.
El chico estaba transido de alegría, aún sin saber el motivo por el que su amante le metiera semejante paliza sexual, y se limitó a sonreírles y besarlos en las mejillas a los tres.

Y fue Iñigo el que rompió ese instante de efusivo cariño entre esclavos y le dijo al mancebo: "Me parece que el amo te va a encomendar enseñar a Ariel y educarlo para darle placer como se lo damos el resto de sus rameras. Además, por todo equipaje, el chico traía un falo de marfil, muy realista y bonito, por cierto, y creo que eso es para romperle el virgo e ir acostumbrando su coño a tragar vergas del tamaño de la de nuestro señor. Al parecer el amo quiere que ese mozo disfrute al follarlo y que no le duela demasiado perder la virginidad. Lo mantuvieron casto más tiempo del necesario y ahora hay que entrenarlo para usarlo de puta y montarlo como a una joven yegua. Y no entiendo como el amo se contuvo toda la noche teniéndolo a su lado y no violar su pequeño agujerito, porque te aseguro que hasta a mí me daban ganas de subirme encima de su lomo y cabalgar sin freno sobre él. Despide un aroma que excita y te pone la polla como una picota para ajusticiar reos. Y te lo digo yo que si algo me llama la atención es un buen pene y no un precioso culo como el de ese muchacho. O como el de todos vosotros, porque a ninguno de los esclavos de nuestro amo nos faltan dos sabrosas nalgas para sobarlas y catarlas bien catadas como hace él".

El mancebo se quedó de una pieza al escuchar a su compañero y preguntó: "No lo folló?"
"No", respondieron los tres con una sola voz.
Y Ramiro añadió: "A Sergo y a mí también nos mandó fuera de su aposento y nos permitió que nos follásemos el uno al otro.
Y como siempre éste me dio por el culo hasta que se quedó sin una sola gota de leche en los cojones. El que pasó la noche con el amo y el nuevo fue Iñigo e imagino que su culo debe estar ardido por el pollazo que debió echarle el amo. No es verdad, zorra?"
"Sí", respondió el aludido lacónicamente.
"Y qué le hizo al nuevo?", preguntó Guzmán.
E Iñigo contestó: "Acariciarlo, besarlos, lamerlo por todas partes y dejar que se durmiese entre sus brazos como si fuese un indefenso gatito, después de romperme el culo para que viese como un hombre se folla a otro. Se diría que lo mimó como aun crío chico en lugar de tratarlo como a un hombre hecho y derecho que es lo que ya es ese mozo".

"Y no le dio miedo o se asustó un poco al menos al ver en acción la verga del amo y como te la endiñaba por el culo? preguntó Sergo.
"No. Al ver como el amo me daba por el culo se corrió sin necesidad de tocarse el pito antes que el amo y yo acabásemos también", aseguró el otro esclavo.
"Va a ser una buena zorra ese chaval!", afirmó Ramiro.
Y los cuatro se echaron a reír como tontos, dándose palmadas en el trasero unos a otros y llamándose mutuamente putas perras, ansiosas de verga y cachondas al olor acre del prepucio de su macho y dueño, siempre con ganas de montarlas y preñarlas.

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